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MÁS QUE CARTELES

El rostro de los tres hombres reflejaba la seriedad del asunto mientras el alcalde les informaba de la catástrofe. La lluvia se ha llevado el puente y durante la noche, muchos automóviles pueden precipitarse al río.

¿Qué podemos hacer para impedirlo? Dijeron.

-Deberían situarse junto al camino y advertir a los conductores que no sigan la carretera principal. Díganles que tomen el camino de una sola vía que va por la orilla del río.

-¡Pero conducen demasiado rápido! ¿Cómo les advertiremos?

-Podrían usar esos anuncios que se colocan sobre las personas como una especie de chalecos, les explicó el alcalde, mostrándoles tres carteles de doble cara de madera, unidos entre sí, para que se puedan colgar de los hombros. Pónganse estos carteles y quédense de pie en el cruce, para que los conductores vean las señales y no sigan conduciendo hasta el puente, mientras tanto,  yo buscaré a alguien que repare los desperfectos.

Así, los tres hombres corrieron hasta la peligrosa curva y se pusieron los anuncios. 

-Los conductores deberían verme a mí primero, dijo uno. Su anuncio decía: Puente destruido. Entonces, caminó varios cientos de metros antes del cruce y se mantuvo en primera posición.

-Yo debería ser el segundo, así los conductores reducirán la velocidad, dijo el hombre cuyo anuncio decía: Reduzca la velocidad.

-Buena idea, afirmó el tercero y añadió; yo me quedaré aquí en el cruce para que la gente deje la carretera principal y circule por el camino de una sola vía. Su letrero decía simplemente: Siga el camino indicado y tenía un dedo señalando el camino más seguro. 

Así, los tres hombres permanecieron en su sitio, advirtiendo a los viajeros que el puente estaba destruido. A medida que los vehículos se acercaban, los conductores veían al primer anuncio: PUENTE DESTRUIDO. Luego, el segundo que decía: REDUZCA LA VELOCIDAD. Y a medida que los conductores obedecían las indicaciones, podían ver el tercer anuncio: SIGA EL CAMINO INDICADO, con el dedo señalando la dirección que debían tomar. 

Aunque el camino era estrecho, los automovilistas cumplieron las indicaciones y pudieron seguir seguros. Cientos de vidas se salvaron debido a que esos tres hombres se pusieron los anuncios sobre sus hombros y gracias a que hicieron su trabajo, muchos se libraron de una muerte segura… pero después de algunas horas, empezaron a cansarse. . .

El primer hombre tenía sueño y se fue a sentar a un lugar donde pensó que los conductores verían el anuncio mientras dormía. Pero como resultaba muy difícil descansar con el anuncio sobre los hombros, decidió quitárselo y apoyarlo en una piedra. Al poco tiempo se quedó dormido y mientras dormía, su brazo se deslizó sobre una de las dos palabras de su anuncio. Así, que en lugar de leerse Puente destruido, solo se podía leer PUENTE. 

El segundo no se cansó, pero como unos cuantos conductores se detuvieron para agradecerle por su buen trabajo, empezó a sentirse tan importante y bueno que se quitó su anuncio y lo dejó sobre el suelo para que pudieran leerlo. El no dejó su lugar, sino que se puso a un lado del anuncio para hacer indicaciones a los conductores, pero en su protagonismo, no se dio cuenta de que con su propio cuerpo impedía que se pudieran leer todas las palabras del anuncio. Así que lo que los conductores podían leer era: REDUZCA. 

La gente no entendía el anuncio, algunos pensaban que era publicidad sobre una dieta para reducir peso...

El tercer hombre no se cansó como el primero, ni se envaneció como el segundo. Pero empezó a preocuparse por lo que decía su anuncio: Siga el camino indicado (con el dedo señalando la dirección). Le preocupó que su mensaje fuera considerado autoritario: Así que decidió cambiar su anuncio. Borró la palabra "indicado" y en su lugar puso la palabra "preferido”.  Pensó que necesitaba una palabra que transmitiera una idea de libertad a la hora de elegir, por eso no se quedó muy satisfecho con el cambio y cambió la palabra "preferido" por "sugerido". Pero no, todavía no era la palabra que él buscaba. No quería obligar, ni ofender a nadie por eso pensó y pensó hasta que por fin encontró la solución. Borró el dedo que indicaba la dirección, quitó la frase que decía: Camino sugerido y en su lugar escribió: CUALQUIER ALTERNATIVA ES VÁLIDA. 

Y debido a que los tres hombres alteraron el plan original, los conductores solo podían leer: PUENTE… REDUZCA… CUALQUIER ALTERNATIVA ES VÁLIDA. 

Lamentablemente, uno tras otro todos los vehículos cayeron al río y ninguna persona sobrevivió al tremendo error. 

La vida está llena de carteles indicadores, algunos los ha colocado la sociedad, la Iglesia, la ley, la moral. . . Pero hay otros, que aparecen de repente y que llegó a pensar que sólo los veo yo, porque la gente a mí alrededor ni se detiene a leerlos o considerarlos, en realidad ni los ven. Además son tan oportunos y apropiados, que parece que son exclusivamente para mí. 

Aparecen cuando menos los espero, en un anuncio de la televisión, en una película, en un periódico, en una conversación intrascendente con cualquier compañero o amigo, o simplemente los puedo leer en mi propia conciencia.

 

“Si eso te ocurre, detente. No es casualidad, ni te estás volviendo loco, simplemente hay alguien interesado en ti que tiene algo que decirte, por eso te aconsejo que te detengas por un instante y leas atentamente las indicaciones, porque en estos casos son más que carteles”

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