Cuenta la historia que un día Satanás decidió retirarse de su actividad y rematar todas sus armas letales al mejor postor. Tenía preparado todo su arsenal, que, por cierto, era tremendamente siniestro: odio, celos, envidia, rencor, intolerancia, indiferencia, engaño… y todo el mal que podamos imaginar, con tal de hacer el mayor daño posible a la humanidad.
Entre todas las armas había una de las más usadas, la más cara de todas. Alguien le preguntó por qué era tan cara, a lo que Satanás le contestó:
-Porque esa representa el "desaliento, apatía, depresión, la baja estima".
- ¿Por qué su precio es tan alto?, preguntó.
-Porque esa arma es la más útil de todas, con ella puedo entrar en la conciencia de la humanidad y desde ahí poder manejarlas como una marioneta y hacer de ellas lo que se me antoje. La uso permanentemente, y es por eso por lo que se ve tan gastada.
Ninguno de los que estaban en la subasta la pudo comprar, porque el precio de "Desaliento" era muy alto. Esa es la razón por la que aún sigue siendo propiedad de Satanás.
El desaliento es uno de los estados de ánimo contra el cual es indispensable fortalecerse. Nos desalentamos con las situaciones económicas, laborales, familiares, con el fracaso, con el engaño, con la mentira, con el desamor…
Debemos mantenernos alertas contra el desaliento. Si hay un tropezón o una caída no hay que rendirse. Cada día podemos empezar otra vez desde el punto más alto.
“Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente, estarás haciendo lo imposible”.
San Francisco de Asís