Sé firme en tus actitudes y perseverante en tus ideales. Espera con paciencia, ya que lo que pidas a Dios, siempre que sea su voluntad, lo recibirás en el momento menos esperado.
No seas esclavo del pasado y de sus tristes recuerdos. No te martirices por una herida que está cicatrizada. No revivas los dolores y sufrimientos antiguos. Olvida lo que pasó.
De ahora en adelante procura construir una vida nueva, enfocada hacia lo alto y camina hacia delante, sin mirar hacia atrás.
Haz como el sol que nace cada día, sin acordarse de la noche que pasó.
Contempla la meta y no lo más o menos difícil que es alcanzarla.
No te detengas en lo malo que has hecho; camina pensando en lo bueno que puedes hacer.
No te culpes por lo que hiciste mal, es mejor hacerlo de nuevo ya que ahora tienes la experiencia.
No trates que otros cambien; trata de cambiar tú.
Vive cada día, aprovecha el pasado para bien y deja que el futuro llegue a su tiempo.
No sufras por el mañana, recuerda que “cada día tiene su propio afán”
Busca a alguien con quien compartir tus luchas; una persona que te entienda, te apoye y te acompañe en ellas.
Si tu felicidad y tu vida dependen de otra persona, es mejor que te desprendas de ella y que la ames sin pedirle nada a cambio.
Aprende a mirarte con amor y respeto, piensa en ti como en algo precioso y único.
Comparte en todo lugar la alegría que hay dentro de ti.
Que tu alegría sea contagiosa y viva para expulsar la tristeza de todos los que te rodean.
La alegría es un rayo de luz que debe permanecer siempre encendido, iluminando todos nuestros actos y sirviendo de guía a todos los que se acercan a nosotros.
Si en tu interior hay luz y dejas abiertas las ventanas de tu alma, por medio de tu alegría, todos los que están a tu alrededor serán iluminados.
No desprecies el trabajo que te toca realizar en la vida.
El trabajo ennoblece a aquellos que lo realizan con entusiasmo y amor.
No existen trabajos humildes. Sólo hay trabajos bien o mal realizados.
Dale a tu trabajo el valor que tiene, si lo realizas con amor, te estarás valorando a ti mismo.
Si nos damos cuenta de que no podemos, quizás necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar una transformación en nuestras vidas, pidiéndole a Dios que derrame su gracia sobre nuestra vida.
No te des por vencido, piensa que si Dios te ha dado la vida, es porque sabe que tú puedes con ella.
El éxito no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino.
Tú escoges la manera en que vas a afectar la vida de los demás y de esas decisiones es de lo que se trata la vida.
“Dios nos ha creado para realizar un sueño. Si vivimos para Él, lo alcanzaremos”