No te avergüences de ser humilde. La humildad es el conocimiento perfecto de lo que somos y podemos, sin ilusionarnos con cualidades que no tenemos. La humildad no es una postura del cuerpo ni un tono de voz: es una actitud del espíritu, que sabe lo que es y lo que puede; lo que tiene y lo que le falta.
Los beneficios de la humildad:
• Al estar consciente de todas las cosas buenas que poseemos, ya no existe la necesidad de envidiar a otras personas. Quien aprende a ser humilde, logra ser más feliz.
• Al estar en armonía con uno mismo, se está dispuesto a mostrar honor y aprecio hacia otras personas. Valorarse a sí mismo trae aparejado valorar a los demás.
• La falta de humildad causa enojo y genera peleas; la humildad crea serenidad y tranquilidad.
• Con humildad, es más fácil comprender y perdonar a otros rápidamente.
• Humildad es apreciar todo lo que tenemos y tener conciencia de que además es un regalo.
La conducta ejemplar:
El Midrash relata que el sol y la luna fueron creados originalmente del mismo tamaño. Sin embargo, la luna se quejó ante Dios…
- ¿Es posible que dos reyes gobiernen un país y compartan una misma corona?
- Afirmas que tú y el sol no deben ser del mismo tamaño, dijo Dios. Muy bien, puesto que uno debe estar subordinado al otro, disminuiré tu tamaño y poder. El sol continuará ardiendo tan brillantemente como cuando fue creado e irradiará luz y calor durante todo el día y tú proveerás sólo una débil iluminación durante la oscuridad de la noche.
La luna se entristeció sobremanera al escuchar estas palabras e inmediatamente se lamentó de haberse quejado.
Entonces, Dios le dijo: Porque comprendo que ahora te lamentas por tu conducta impropia, haré más leve el peso de mi decisión, así que te rodearé de incontables estrellas luminosas que agregarán a tu luz su propio brillo titilante.
«El esmero por demostrar una supremacía inexistente conduce usualmente, a una amarga decepción. Debemos sentirnos útiles y capaces; pero no a expensas de otra persona, sino sabiendo realmente lo importante que somos»
«… Dios se opone a los orgullosos, pero brinda su ayuda a los humildes»1 Pedro 5:5