Síguenos en las redes sociales  

El círculo del 99

 

 

Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente, que por el contrario, era muy feliz. Todas las mañanas le traía el desayuno, y lo hacía cantando con alegres canciones. En todo momento sonreía y su actitud ante cualquier situación era siempre serena y alegre.

 

Un día el rey lo mandó llamar y le pregunto: -Williams ¿cuál es el secreto de tu alegría y felicidad?

-No hay ningún secreto, Majestad

-No me mientas Williams, insistió el rey.

-No le miento Majestad, no guardo ningún secreto.

-¿Entonces por qué estás siempre tan alegre y feliz?

-Majestad, es que no tengo razones para estar triste. Su Majestad me honra permitiéndome atenderlo. Tengo a mi esposa y mis hijos viviendo conmigo en la casa que usted nos ha dado y no nos falta nada. Por eso somos muy felices.

 

Pero el rey no se quedó conforme con la respuesta de su siervo. -Nadie puede ser feliz por esas razones que me has dado. Si no me dices ahora mismo el secreto de tu felicidad, te haré decapitar, le dijo el rey.

-Pero, ¡Majestad, no hay ningún secreto, le repito que simplemente soy feliz sirviéndole!

-¡Vete! ¡Vete antes de que llame al verdugo! El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.

 

Sin embargo el rey no se quedó conforme, no conseguía explicarse como su sirviente estaba tan feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Inmediatamente llamó al más sabio de sus asesores y le pidió que le explicara la situación.

-¿Por qué es feliz mi siervo?, pregunto el rey.

-Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo.

-¿Fuera del círculo, de que circulo me hablas?

-¿El círculo hace infeliz a la gente? El rey no entendía nada.

-¿Y cómo salió?

-No, no salió, es qué nunca entró.

-¿Que círculo es ese?, preguntó el rey.

-El círculo del 99.

-Verdaderamente, cada vez entiendo menos.

-La única manera para entenderlo es haciendo entrar a su siervo Williams en ese círculo.

-Pues entonces obliguémoslo a entrar, dijo el rey.

-No, Majestad, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.

-Entonces habrá que engañarlo, dijo el rey.

-No hace falta, si le damos la oportunidad, él entrará por sí solo,

-¿Pero él no se dará cuenta de que eso significará su infelicidad?

-Sí, se dará cuenta, pero no podrá evitar entrar en el círculo, dijo el sabio.

-¿Quieres decir que al entrar se dará cuenta que va a ser un infeliz y no intentará salir?

-Exactamente Majestad, le respondió el asesor. Y a continuación le expuso su plan.

-Esta noche pasaré a buscarlo para que vayamos a casa de su siervo. Usted, deberá traer una bolsa con 99 monedas de oro.

 

Y así fue, aquella noche, el sabio y el rey se dirigieron a casa de Williams. Llamaron a la puerta dejaron en el suelo la bolsa con las 99 monedas de oro y se escondieron, dejaron una nota que decía…