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Dos historias, dos destinos

Primera Historia

Un niño entró en la sala de emergencia de un hospital tras haber sido atropellado, por un automóvil. Un hombre lo auxilió y lo llevó al hospital. Cuando le pidieron que efectuara el depósito necesario para atender al niño, informó que en aquel momento no disponía de efectivo o cheque que pudiera dejar en garantía, pero que si el hospital lo aceptaba, efectuaría el depósito a primera hora de la mañana. 

La enfermera fue a consultar el caso con uno de los directores del hospital que justamente esa noche estaba de guardia, pero el doctor no permitió que atendieran al niño hasta que no se hubiera efectuado el depósito.

El hombre salió hacia su casa para tratar de conseguir el dinero necesario, pero llegó tarde al hospital. El niño murió sin ser atendido. 

Unas horas después, el médico fue llamado para firmar el deceso del niño y en ese momento se dio cuenta de que el niño al que había negado la atención médica, era su propio hijo. 

Segunda Historia

Antonio, regresaba a su casa después del trabajo y se encontró con un embotellamiento de tránsito. Mientras esperaba, notó que un señor conducía apresurado cortándole el paso a todo el que podía, para abrirse paso entre los vehículos. 

Cuando se aproximó al auto de Antonio, se le atravesó de una manera tan brusca que por poco tienen un accidente. En ese momento, este tuvo deseos de insultarlo e impedirle el paso, pero luego pensó: «Se le ve tan nervioso y apurado que quizás tenga algún problema» Con este pensamiento, detuvo su auto y lo dejó pasar. 

A los pocos minutos de este suceso, Antonio recibió un llamado, de su esposa, le informaba que su hijo de tan solo de tres años de edad, lo había tenido que llevar de urgencia al hospital, con una grave descompensación.

Inmediatamente se dirigió al lugar, su esposa lo estaba esperando, corrió hacia el para tranquilizarlo, ya que el médico llegó a tiempo para salvar la vida; ya está fuera de peligro, le dijo. 

Más tranquilo y aliviado, se dirigió al médico para agradecerle por su trabajo, cuando vio a este se quedó paralizado, puedo reconocer que era aquel hombre alterado y apurado a quien le había cedido el paso una hora antes… 

«Hay que estar siempre dispuesto a ayudar al prójimo, independientemente de su aspecto o condición económica. Imagina que detrás de esa actitud que no entiendes, existe una historia, un motivo que puede llevar a esa persona a actuar de una determinada manera, quizá no sea un motivo justificable pero… siempre hay un motivo»

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