El domingo de Ramos es una celebración del cristianismo, que conmemora la entrada de Jesucristo en la ciudad de Jerusalén.
En San Marcos 11:8-10, nos relata que Jesús entró en la ciudad montado en un pollino y que fue recibido por una gran multitud, que extendía sus mantos sobre el camino por el que iba a pasar. Algunos cortaban ramas de las palmeras y también las ponían en el suelo como alfombra, mientras gritaban: ¡Hosanna, bendito el que viene en el nombre de Dios! ¡Hosana en las alturas!
Siempre me he preguntado, como es posible a pocos días todas esas mismas personas, pedían a gritos que lo crucificaran.
En la Pascua, era una tradición que el Sumo Sacerdote hiciera su entrada triunfal de la misma manera que hizo Jesús, pero a diferencia de este, traía consigo un cordero, que era sacrificado para expiar los pecados del pueblo.
Por esta razón toda esta gente se sintió defraudada y traicionada por Jesús y se preguntaban: ¿cómo habría perdón de pecados sin un cordero que sacrificar?
No entendieron que Él era el cordero que iba a derramar su sangre para perdonar los pecados de toda la humanidad.
Si estas leyendo esta reflexión, tienes que entender que el sacrificio del cordero de Dios, también fue por ti.
Aprovecha esta semana de Pascua, para pedirle perdón por tus pecados y ábrele la puerta de tu corazón, Él quiere habitar en ti y ser parte de tu vida.
Te deseamos Felices Pascuas…