Si sufres, no luches con Dios, pídele fuerzas.
Si lloras de dolor, no abandones Su camino, síguelo con fe y confianza.
Si te ves envuelto en un diluvio que azota tus sentidos, espera. Él a Su tiempo te rescatará y cubrirá de pétalos tu alma cansada.
Si la duda y la desesperanza se apoderan de tu corazón, levanta tu mirada hacia el Señor, pues sólo Su amor puede aliviar tus penas.
Si sientes que el temor está a punto de vencerte, agárrate de Dios, Él te protegerá y te hará descansar.
Si sientes hambre, no temas, Dios es el Pan de Vida.
Si te encuentras rodeado por las tinieblas, acércate a Jesús, Él es la luz del mundo.
Si estás perdido, no te angusties, Dios, que es el Buen Pastor te guiará.
Si no encuentras la salida en el solitario laberinto de tus tristezas, fija tus ojos en Dios, Él te acompañará.
“Si te sientes solo y no tienes en quien confiar, debes saber que Él ahora mismo está a tu lado esperando que le permitas ser tu amigo”