Un grupo de ex estudiantes, muy reconocidos en sus carreras y en el ámbito profesional, se reunió para visitar a su viejo profesor de la Universidad.
La conversación se centró en las quejas que estos hacían sobre el estrés en el trabajo y en la vida cotidiana.
Ofreciéndoles algo caliente de beber, el profesor fue a la cocina y regresó con café y una gran variedad de tazas; de porcelana, plástico, vidrio, cristal, comunes, caras, exquisitas... Les pidió que tomaran una taza y se sirvieran café caliente.
Cuando todos los estudiantes tenían su taza en mano, el profesor dijo: "Si se han fijado, todas las tazas bonitas y caras han sido tomadas, pero han dejado las más comunes y las más baratas. Aunque es normal que quieran sólo lo mejor para ustedes, ése es el origen de sus problemas y del estrés que padecen.
Lo que en realidad querían era café, no la taza, pero inconscientemente tomaron las mejores tazas y hasta las estuvieron comparando con las tazas de los demás.
Fíjense bien, prosiguió, la Vida es el café, pero sus trabajos, el dinero y la posición social son las tazas. Esas tazas deberían tan solo ser herramientas para contener la Vida, lo que hay dentro, la Vida, no será ni mejor, ni peor. La calidad de la Vida no cambia dependiendo de la taza.
A veces, al concentrarnos sólo en la taza, dejamos de disfrutar el café que hay en ella. Por lo tanto, no dejes que la taza te deslumbre, es mejor que aprendas a disfrutar del café.
Tomás, le pregunto a Jesús "¿cómo, podemos saber el camino?" y Jesús le dijo "Yo soy el camino, soy la verdad, y soy la VIDA.
“Si por un instante te consideras que eres como una taza, llénala con lo más precioso, la VIDA de Jesús”