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Por ella salve la vida

 

 

Fui capturado por el enemigo y arrojado a una celda.

Por las miradas de desprecio y el duro trato que recibí de los carceleros, estaba seguro de que sería ejecutado al día siguiente.

Me puse terriblemente nervioso e inquieto.

Busque en mis bolsillos para ver si me quedaba algún cigarrillo.

Por fin encontré uno, me temblaban tanto las manos que apenas pude llevármelo a los labios. Pero no tenía con que encenderlo.

Miré a través de los barrotes a mi carcelero. No me hizo caso, ni siquiera me miró.

Después de todo, nadie mira a los ojos de su enemigo.

Le grité:

-¿Tiene fuego, por favor?

Se encogió de hombros, me miró y se acercó para encenderme el cigarrillo.

Al acercarse sus ojos accidentalmente se cruzaron con los míos. En ese momento, sonreí.

No sé por qué lo hice. Tal vez fue por nerviosismo, tal vez fue porque, en mi desesperación necesitaba alguien a mi lado que comprendiera mi situación.

Sé que él quería mantenerse firme y serio como deben ser los carceleros, pero mi sonrisa atravesó los barrotes y generó otra sonrisa en sus labios.

Me encendió el cigarrillo pero se quedó a mi lado sin dejar de sonreír. No se porque lo hizo, quizás sentía la necesidad de compartir una conversación.

Después de un largo silencio me pregunto:

-¿Tienes hijos?

-Si, aquí, aquí. Saqué mi billetera y busqué tembloroso las fotos de mi familia.

Él también sacó las fotos de sus hijos y empezó a hablar sobre sus planes y esperanzas con respecto a ellos.

Le dije: -Temo no volver a ver a mi familia, no tener la oportunidad de verlos crecer.

De pronto, abrió la celda y en silencio me llevó fuera de la cárcel, caminamos hasta salir de la ciudad y sin decir ni una sola palabra, me dejo en libertad. Una sonrisa me salvó la vida.

La sonrisa es una conexión sincera, espontánea y natural entre las personas.

No importa si eres un médico, un albañil, un policía, una ama de casa, un niño, un anciano, si estas enfermo, o sano.

No importa tu status social, tus títulos, si eres una persona de éxito o un fracasado.

Todos necesitamos de esa manera básica y profunda de establecer contacto con las personas con las que convivimos, trabajamos, nos cruzamos por la calle o nos encontramos en el semáforo.

La sonrisa no es algo estratégico ni elaborado, en realidad, sonreímos cuando nos mostramos de una manera más simple y sincera. Sin máscaras ni poses prediseñadas.

Y si no me crees, dime:

¿Por qué sonreímos cuando vemos a un gatito o a cualquier animal recién nacido?

¿Por qué sonreímos cuando miramos a un bebé?

¿Por qué sonreímos cuando nos encontramos con la persona de la cual estamos enamorados?

Es posible que sea porque en ese instante nos sale el niño que todos llevamos dentro y todas las luchas, los sinsabores y frustraciones se quedan aparte.

 

«Si una sonrisa puede salvar una vida, cuanto más puede sanar a un corazón dolido”