Síguenos en las redes sociales  

De lo negativo a lo positivo, solo hay un solo paso

Generalmente todos buscamos la comodidad y deseamos ser felices. Es posible que desde que tenemos memoria hayamos vivido sin sobresaltos económicos y al ver que en nuestra familia todo ha funcionado bien, pensemos que no tenemos nada de qué preocuparnos.

¡Cuántas veces pensamos que si todo va bien según nuestros planes, no tenemos que ponernos límites y por eso si los negocios marchan viento en popa, somos capaces de trabajar todos los días y todas las horas de nuestra vida, para aprovechar la buena racha!

Pero…

  • Podría ocurrir, que sufriéramos una catástrofe económica y que poco a poco perdiéramos parte, o todo lo que tenemos…
  • Quizás has sido siempre una persona totalmente sana y de pronto te diagnostican una grave enfermedad, que no te permita vivir más de unos pocos meses…
  • Puede ser que te llamen a las cuatro de la mañana, informándote de que tu hijo ha tenido un grave accidente…
  • O quizás que de pronto tu hija te confiese que tiene un problema de adicción a las drogas. 

Pasar, pueden pasar muchas cosas, que no están en nuestros planes que no esperábamos y que nos lleven a preguntarnos… ¿Qué nos está ocurriendo? 

Lo normal, es pensar que tanto yo como mi familia, lleguemos a ser longevos sin problemas ni sobresaltos. Pero la realidad no siempre es así, debemos estar preparados porque es posible que todo nuestro mundo, de pronto, se derrumbe sin aviso y sin piedad. 

Ante esa posibilidad, solemos reaccionar con preocupación, desesperarnos, sufrir, deprimirnos… cosa que inevitablemente nos conducirá a una crisis personal, matrimonial y quizás a un divorcio o una enfermedad, ya que no estamos preparados  para enfrentar las crisis que irremediablemente se nos van a presentar mientras estemos en este mundo. 

Déjame recordarte que por alguna razón inexplicable, el hombre tiene la equivocada idea de que las cosas malas siempre les suceden a los demás, pero lo cierto es que pueden sucedernos a cualquiera de nosotros. 

Si de pronto te enfrentas a un problema económico, no te preocupes, porque es muy posible que no sólo te quedes sin dinero, sino también sin amigos. Tendrás que enfrentar esta situación adversa tú solo, incluso es posible que lo único que recibas de aquellos que considerabas amigos sean palabras de crítica o menosprecio.

Por cierto debes saber que en esos momentos siempre aparecen «consejeros» que aprovecharán la oportunidad, de hacerte sentir culpable por haber llegado a tal situación.

Al ver que no hay ninguna salida, empezarás por vender tu auto, luego la casa, y poco a poco perderás por completo tu status social, hasta que te veas obligado a vivir en un pequeño departamento alquilado.

En tu mente empezará a librarse una tremenda y cruel batalla, te torturarás día y noche tratando de buscar alguna solución y por sobre todo tratar de entender lo inexplicable. 

En esta etapa, es interesante poder ser consciente de tu diálogo interior, empezamos a decirnos cosas como: Luché toda mi vida, invertí años y esfuerzo para conseguir todo lo que tenía y ahora, en cuestión de días lo he perdido todo. Nunca hice mal a nadie, ¿Qué mal habré hecho para recibir este tremendo castigo de Dios?

También es posible que además del sufrimiento propio, se agregue el hostigamiento de tu familia. Esas acusaciones pueden hacerte sentir como el peor ser humano del mundo.

Es lógico y natural que al final con todas estas cargas, termines como si te hubiera pasado un camión por encima. Te sientes como si estuvieras en un laberinto sin salida o en un túnel, y que jamás volverás a ver la luz.

En estas circunstancias no sería de extrañar que te vieras sumido en una profunda depresión y que la apatía y la desesperanza se apoderaran de ti. 

Nos pasamos la vida como si estuviéramos en medio de una carrera desenfrenada, donde lo único importante es ganar, ganar y ganar… ¿muchas veces nos preguntamos, para qué? ¿Para obtener esto o aquello, que por la falta de tiempo jamás podrías disfrutar?…

De pronto un día nos damos cuenta de que la vida se nos fue de las manos, hemos perdido la juventud, ya no nos quedan fuerzas, ni ganas y nos preguntamos: ¿cómo es que todo pasó tan rápido?

Te has preguntado ¿cuál es el límite de tu ambición?

Te has preguntado ¿qué es lo más importante en tu vida?

Te has preguntado ¿por qué corres y corres detrás de los negocios, detrás del dinero, de querer tener más y más, sin preguntarte, ni ocuparte de las necesidades reales de tu esposa y de tus hijos?

Ellos no quieren que pases toda tu vida tratando de amasar una fortuna; quieren tu amor, tu compañía, y pero fundamente tu tiempo. No pienses que por tener más dinero tú y tu familia serán más felices, porque es posible ser millonario, pero un hogar frío y vacío de afecto y cariño. 

Hay personas que cuando les ocurre alguna de estas tragedias, toman el peor de los caminos, tratando de revertir la situación y salir adelante con sus propias fuerzas. Intentan poner a prueba su propia capacidad, inteligencia…, pensando que al final se impondrá la lógica y nada malo sucederá. Aunque este método no siempre funciona. 

Hay una segunda opción: esta no parece muy práctica al principio, pero puedo asegurarte por propia experiencia de que es la única alternativa a la frustración, al fracaso y a una vida marcada por el caos y la desesperanza. 

«Que Dios dirija nuestra vida y se encargue de nuestras luchas y problemas» 

Cuando parece no haber respuesta y los problemas se agudizan, la única alternativa es poner toda la situación, por la que estás atravesando, en las manos de Dios, solo debes confiar, esperar y olvidarte del problema.

Quizás me digas: «para ti es fácil» pues sí, es fácil, porque cuando reconoces que no tienes la capacidad, la fuerza, para cambiar las circunstancias por tus propios medios, entonces comprenderás que lo que para ti es un gran problema, para Él no es nada.

Lo que debes hacer es «rendirte, obedecerle, permitirle obrar y esperar»para que Él solucione tus problemas, por más grave que sean. Algo muy importante, por favor, no intentes ayudarle, no la necesita, solo descansa.

En el momento que logres dejar tu mochila llena de problemas, en manos de Aquél que puede hacer que toda esa «adversidad», por más grave que sea, dejará de ser una carga porque estará en las mejores manos. 

A Dios sólo le importa tú vida, él te ama con un amor ágape (incondicional, desinteresado), a Él no le interesa tu dinero, tu fama, tus autos importados, tus casas…