Seguramente muchos hemos visto las aventuras de estos dos animalitos, quienes nos han hecho disfrutar de sus peleas y provocaciones, y en algunos momentos nos dejaban imágenes de cierta ternura. En uno de sus episodios pude observar una escena en la cual aparece Tom con dos personajes apoyados sobre sus hombros: uno es un angelito y el otro un diablito.
Tanto uno como el otro hablan al oído de Tom. El angelito le dice que no le haga daño a Jerry, que no lo maltrate, que no está bien, porque en su furia puede lastimarlo, y trata de alguna manera de aconsejarlo para que no tenga que arrepentirse por el resto de su vida. El diablito lo incita a hacer todo lo contrario, lo anima a pegarle para darle una buena lección y también le dice que no estaría mal comérselo.
Ahí están presentes el bien y el mal dando consejos. Lo interesante de esta situación es que tanto uno como el otro tratan de convencerlo, pero la decisión final la debe tomar el gato, quien debe determinar a quien escuchar y luego actuar. Es muy cómico ver la cabeza del gato moviendo de un lado a otro para escuchar a ambos y decidir qué hacer.
La decisión está tomada: mira con rabia al angelito, se lo saca del hombro de un cachetazo y muy furioso sale a la caza de su archi enemigo. La escena termina como se lo había anticipado el angelito: estrellándose la cabeza contra la pared y el ratón panza arriba, riéndose a carcajadas.
Cuando vi esto, lo relacioné con nosotros, ya que en nuestra mente hay una lucha continua entre el bien y el mal, los 365 días del año, durante toda nuestra existencia. Los dos quieren tener supremacía sobre nuestras vidas. El mal trata de hacernos creer que podemos hacer lo que se nos da la gana, que podemos ser corruptos, estafadores, aprovecharnos de las debilidades de los demás, robar y hacer todo lo malo que se nos ocurra; además nos quiere convencer de que nada nos pasará, que todo está bien y que seremos muy felices. Por el otro lado, el bien nos advierte de las nefastas consecuencias que tendremos si hacemos lo que no corresponde, lo que está mal.
Vivimos siendo tentados todo el tiempo a hacer o decir lo que no está bien. Ser tentados no está mal, ya que hasta el mismo Jesús fue tentado, pero no cometió pecado alguno. Lo malo es que tomemos decisiones que no sean las correctas, entonces las consecuencias estarán mucho más cerca de lo imaginado: un matrimonio destruido, una empresa en quiebra, un accidente… En ciertas ocasiones las consecuencias son tan dolorosas como dejarte discapacitado, llevarte a la cárcel o peor aún provocar muertes innecesarias.
Dios nos ha dado el poder de discernir entre lo bueno y lo malo, está en cada uno de nosotros elegir qué es lo que más nos conviene. Pero cuidado, en muchos casos hay mentiras disfrazadas de verdad, por lo tanto, tenemos que ser sabios a la hora de tomar decisiones.
Si escuchas y haces caso a la voz del mal, estás permitiendo que éste se apodere de tu mente, sin importar la condición social. Puedes ser millonario o indigente, profesional o empresario, hombre o mujer, incluso niño o adolescente. El mal te inducirá a hacer cosas de las que no eres consciente y en algún momento te manejará como una marioneta. Comenzarás a realizar actos delictivos de todo tipo, como también te dará placer el hacer sufrir a otro, hasta la muerte.
En estos tiempos podemos ver en las noticias casos espeluznantes donde padres o madres han torturado a sus propios hijos hasta la muerte.
Tal vez, nunca se te haya ocurrido que cualquiera de nosotros puede ser el protagonista de ese divertido acto de Tom y Jerry. “De ahora en más, presta atención a esos pensamientos, ideas o voces que hay en tu mente. Guarda lo bueno y desecha lo malo, y serás feliz siempre”.