Una joven pareja se casó, como no tenían donde vivir, fueron a vivir con la madre de Carlos.
Después de un tiempo, empezaron las discusiones, disputas, palabras agresivas, entre nuera y suegra, a tal punto que comenzaron a odiarse, lo que llevo a la suegra a tomar una macabra decisión, eliminar a su nuera para siempre.
La suegra, decidió decidido ir a visitar a un viejo amigo, que se dedicaba a preparar hierbas, para distintos tipos de enfermedades. El propósito era que este hombre le prepara un veneno, para eliminar a su nuera.
Después de oírla, este le preparo un paquete con diferentes hierbas y le dijo: –No deberás usarlas de una sola vez para liberarte de tu nuera, porque ello causaría sospechas. Deberás dosificarlas en las comidas para que la envenene lentamente. Ahora, para tener certeza de que cuando ella muera nadie sospechará de ti, deberás tener mucho cuidado y actuar de manera muy amigable. No discutas, ayúdala a resolver sus problemas, finge que la amas como a tu propia hija, abrázala y dale muchos besos… Tienes que seguir todas mis instrucciones al pie de la letra. Pasaron las semanas y Lili servía una comida especialmente preparada a su nuera. Siempre recordaba lo que Juan le había recomendado: “evitar sospechas”, y así controló su temperamento; la trataba, aunque falsamente, con mucho cariño como si fuese su propia hija.
Después de unos pocos meses, el ambiente del hogar había cambiado completamente, ya no había discusiones, ni gritos ni peleas. Paso el tiempo y ese odio visceral, fue reemplazado por amor y respeto.
Desesperada Lili fue a visitar nuevamente a Juan, para que le diera algunas hierbas que pudieran contrarrestar el veneno, ya que a esta altura no quería que su nuera muriera, ya que su nuera había cambiado su manera de ser,
Juan sonrió y le dijo: –Lili no tienes por qué preocuparte, tú nuera no ha cambiado, la que cambió fuiste tú. Las hierbas que te di, eran vitaminas para mejorar su salud. El veneno estaba en su mente, pero fue sustituido por el amor que comenzaste a darle.
Un proverbio dice: «Cada uno da lo que tiene en su corazón, y siempre se cosecha lo que se siembra»