Nació en Italia, pero siendo joven se fue a los Estados Unidos. Allí aprendió malabarismo y se hizo famoso en el mundo entero.
Cuando decidió retirarse, se ilusionaba pensando en regresar a su país, comprar una casa en el campo y vivir tranquilamente. Así que para no llevarse todo el dinero que ahorró, lo invirtió todo en un diamante y regresó a su país.
Una vez en el barco y en plena travesía, se divertía enseñando a los niños cómo hacer malabarismo con manzanas. Pero sin darse cuenta una gran cantidad de pasajeros se reunió a su alrededor para disfrutar de su habilidad. Sin pensarlo, corrió a su camarote a buscar el diamante que era su única posesión y comenzó a explicar a la multitud que esa gema representaba todos los ahorros de su vida.
De pronto empezó a hacer malabarismo con ella en la cubierta del barco. Cada vez lo lanzaba más alto, todos se quedaban sin aliento, sabiendo lo que este brillante significaba. Le gritaban, le rogaban que no lo hiciera otra vez, pero sin medir las consecuencias, lo lanzaba cada vez más alto.
Lleno de una total confianza en sí mismo y en sus habilidades, explicó a la multitud que lo iba a lanzar una vez más, pero que esta vez subiría tan alto, que todos lo perderían de vista. De nuevo todos le rogaron que no lo hiciera, pero con la confianza de todos sus años de experiencia, lo lanzó tan alto que por un momento desapareció de la vista de todos.
De pronto lo vieron brillar reflejando los rayos del sol mientras caía, pero justo en ese momento, el barco se balanceó y la piedra preciosa cayó al mar, perdiéndose para siempre.
La vida es la única y más valiosa de todas nuestras posesiones, pero a veces tenemos la misma actitud que este joven y algunos de nosotros seguimos haciendo malabarismo con ella. Confiamos en nuestras capacidades y sabiduría, y no queremos depender de nadie. Y aunque con frecuencia nos encontramos con personas que nos piden que dejemos de correr riesgos, seguimos jugando con ella, sin pensar que ese consejo nos viene de parte de Dios.
«Cuando el barco de nuestra vida se balancea, debemos estar seguros y confiados de que nuestra vida está en las manos de Dios, Él es la única y verdadera garantía».