Matías, era un niño con capacidades mentales diferentes. A la edad de 12 años había cursado el 2º grado, y parecía que jamás podría pasar de ahí.
Durante las clases estaba distraído y nunca respondía correctamente a las preguntas que se le hacían. La maestra que ya no sabía qué hacer con él, se irritaba y lo trataba duramente.
Harta de la situación un día la instructora citó a sus padres para decirles que Matías debería asistir a una escuela especial, ya que a él le resultaba imposible seguir el ritmo de sus compañeros, debido al retraso mental que sufría, era como un niño de cinco años.
La mamá, le explicó, que en la ciudad no había ninguna escuela especial y que además sería terrible sacarlo de allí, porque Matías se sentía muy feliz.
La maestra, se encontraba en un dilema, por un lado quería entender la situación, aunque sabía que el niño no tendría muchas posibilidades de evolucionar y por otro lado tenerle en clase, era una carga muy pesada tanto para ella como para los demás chicos.
A pesar de la situación, su conciencia no le permitió tomar otra decisión y aceptó que Matías permaneciera entre sus alumnos, pidiéndole a Dios que le ayudara a tener paciencia.
Se aproximaba la Semana Santa y la maestra les contó la historia de Jesús, como murió y su resurrección. A continuación les entregó a todos los niños un huevo de plástico y les dijo: “Quiero que se lleven este huevo a su casa, y que mañana lo traigan con algo en su interior que represente la Semana Santa de la que acabamos de hablar.”
Al día siguiente, cada alumno colocó el huevo en una canasta que estaba sobre el escritorio.
Cuando la maestra comenzó a abrirlos, encontró en ellos las más variadas expresiones que daban señal de una nueva vida, flores, mariposas…
Cuando abrió el que correspondía a Matías ¡El huevo estaba vacío!, pero como no quería que se sintiera mal, disimuladamente puso el huevo a un lado y tomó otro.
De pronto, el niño totalmente exaltado, exclamo: -Seño, ¿es que no va a decir nada de mi trabajo? La maestra pacientemente contestó: -Matías, creo que no entendiste el trabajo que te pedí, el huevo está vacío.
Mirándole a los ojos le dijo: -Sí, claro que está vacío, como también está vacía la tumba de Jesús. Porque Jesús resucitó y creo que esto es lo más importante de la Semana Santa.
«Jesús dejo la tumba porque Su mayor deseo es habitar en tu corazón, solo tienes que permitírselo. En estas pascuas es una buena oportunidad»