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La desmotivación y el desanimo, nos llevan a la infelicidad

Siempre se ha dicho que el dinero hace la felicidad o por lo menos ayuda. Pero ni siquiera eso.

Aquí tenemos dos casos para contradecir esta creencia:
Aunque en la actualidad ha vuelto a su actividad deportiva, Juan Román Riquelme, el gran futbolista de Boca y de la selección argentina, al anunciar, hace un tiempo, su salida de Boca dijo: «Me siento vacío, no tengo nada más para dar»
¿Qué podía faltarle a Riquelme? Económicamente tiene su vida resuelta, para su familia y sus descendientes. Problemas familiares o de otra índole que se sepa, no tiene.
¿Entonces, donde radica su vacío y frustración?

Otro caso es el de Michael Jackson. Uno de los hombres más ricos del mundo, todo lo que deseaba lo podía tener, aunque costara millones de dólares. Cualquier capricho que tuviera lo podía conseguir en pocos minutos. Y en internet se pueden ver las fotos de su fastuosa mansión.
¿Qué podría faltarle a Michael Jackson, que necesitaba anestesiarse para poder dormir? El equipo de médicos forense encargado de hacerle la autopsia, informó lo siguiente: Michael Jackson murió de una intoxicación aguda del anestésico propofol. En su cuerpo encontraron una cantidad de anestesia similar a la que se usaría para realizar una delicada y larga operación.
Hace un tiempo su hija Paris, una preciosa adolescente de 15 años, intentó suicidarse. ¿Qué le puede faltar a una joven como ella, que acaba de heredar una de las mayores fortunas del mundo?
En ambos casos y tantos otros, las riquezas no le sirvieron de nada.
«Hay muchas personas en este mundo que son tan pobres, que lo único que tienen es dinero»

Cuenta la leyenda que….
Hace varios años hubo una convención mundial de demonios, con un solo objetivo: Inventar una nueva travesura para fastidiar a la humanidad.

Uno de ellos propuso:
–¿Por qué no fastidiamos a los humanos, quitándoles algo?
–¿Y qué les quitamos? Dijeron los demás.
Después de pensar un rato, uno de ellos dijo:
–¡Ya sé!, vamos a quitarles la felicidad.
–¡Sí, sí! Dijeron todos, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la encuentren.
Uno de ellos pensó: –Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo.
–No, dijo otro demonio, recuerda que tienen escaladores profesionales, helicópteros, GPS, seguro que la encontrarán.
Entonces todos sabrían donde está y todos irían a buscarla.

Luego habló otro: –Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar.
–No, contestó otro, tienen submarinos, mini submarinos, buzos, rastreadores la encontrarían fácilmente.
Entonces todos sabrían donde está y todos irían a buscarla.
Otro dijo: –Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra.
–No, respondieron algunos, tienen naves espaciales, astronautas y tecnología suficiente para encontrarla en cualquier planeta, seguro la descubrirían.
Entonces todos sabrían donde está y todos irían a buscarla.

Había un demonio que había permanecido en silencio escuchando y analizando atentamente cada una de las propuestas de los demás y cuando todos se callaron dijo:
–Creo saber dónde esconderla para que realmente nunca la encuentren.
Todos lo miraron asombrados y preguntaron al mismo tiempo: –¿Dóndeeee?
–La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola en todas partes, que nunca la encontrarán, respondió el demonio.

Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así:
«El ser humano se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que sólo la encontrará dentro de sí»

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