Un día leí un, artículo titulado: «Desafiar lo imposible» La nota trataba sobre un alpinista profesional, que había dedicado gran parte de su vida a escalar los picos de las montañas más peligrosas y altas del mundo. Por su habilidad y sus logros, era reconocido como uno de los mejores escaladores del mundo.
Pero enfrentarse a este tipo de aventuras tiene sus consecuencias y en muchas oportunidades su salud se vio afectada. En una oportunidad los resultados fueron de extrema gravedad, por lo que tuvieron que amputarle siete dedos de sus pies que se habían congelado. A pesar de todo, siguió con coraje y gran esfuerzo, continuó desafiando lo imposible.
Después de leer esta nota, me sentí identificado ya que hace veinticinco años, tuvimos que padecer un tremendo problema económico. El negocio no funcionaba, las deudas fueron aumentando y superaban toda posibilidad de hacer frente a los más mínimos compromisos con los bancos y acreedores. Lo más duro de esta situación era que teníamos una gran posibilidad de perder nuestra única casa y el salón comercial.
Teníamos dos opciones, una era deshacernos de la propiedad, antes de que los acreedores tomaran control sobre ella o «desafiar lo imposible»
Nuestra conciencia nos decía que lo primero, aunque la mayoría de las personas lo hacen para salvar su posesión, no era lo correcto, interiormente sentíamos que Dios no nos permitía hacer algo que ante Sus ojos no era lo correcto. Aunque consideres que la decisión fue una locura, elegimos la segunda opción. ¡Si! Decidimos «desafiar lo imposible»
Y ese desafío fue poner toda la situación en manos de Dios. Te preguntarás ¿Poner en juego una propiedad solamente por fe? Si, lo hicimos simplemente por fe y aceptando el riesgo de perderlo todo y quedarnos en la calle.
Al principio fue muy duro, cuanto más le pedíamos al Señor para que interviniera, más llamadas de acreedores recibíamos, cuanto más clamábamos a Dios, más cartas llegaban de los abogados reclamándonos el pago de las deudas y la posibilidad de perderlo todo, cada día era más real.
Buscábamos consejos de amigos, esperando que tal vez alguien podría darnos una palabra de ánimo, que nos aportara un poco de paz.
Un día fuimos a visitar a Dan, un amigo y gran consejero. Él nos dijo una frase que jamás olvidaremos por el resto de nuestra vida y que sobre todo nos ayudó a encontrar esa paz tan anhelada: «Esperen con paciencia, porque Dios va hacer algo muy grande en sus vidas» palabras simples pero que fueron de gran profundidad y nos ayudaron a seguir «desafiando lo imposible»
Pasamos dos años, con una mezcla de angustia por no ver un pequeño rayo de sol en nuestro oscuro cielo y por otro lado de esperanza que un día pudiéramos ver la mano de Dios, haciendo lo que para nosotros era «imposible»
Sumado a esto la hermana de mi esposa, con 46 años, tenía una enfermedad terminal, cáncer en su cabeza, lo que la deterioraba día a día. Mas dolor, no cabía en nuestro corazón, parecía que Dios, estaba tan lejos que no escuchaba nuestras suplicas. Comenzamos el nuevo milenio con mucho dolor y angustia, pensando que todo estaba perdido, pero, por otro lado, seguíamos confiando que Dios en algún momento se iba a manifestar.
Y por fin ese día llego. El problema más importante que teníamos, era la deuda de muchos miles de dólares, asociada a una tarjeta de crédito. Una tarde al regresar a nuestra casa encontramos en el buzón un sobre con el resumen de cuenta de dicha tarjeta y abrimos el sobre con mucho temor, pensando que podía ser el fin.
Quizás te estés preguntando, por qué teníamos miedo, si teníamos tanta fe. La respuesta es sencilla, nuestra fe no es completa y casi siempre hay una pequeña dosis de temor e incredulidad por lo que pueda suceder. Nosotros pensábamos que Dios iba a salvar nuestra propiedad, pero, por otro lado, Él podía decidir que lo perdiéramos todo, para luego darnos algo mejor. Todo era factible.
Cuando vimos el resumen, primero me fije si era el mío, porque no podía creer lo que estaba leyendo, la deuda estaba pagada, no me preguntes como, porque hasta el día de hoy sigue siendo un misterio, pero la deuda había sido cancelada. Fue en ese mismo momento cuando comprendimos que Dios había actuado como solo Él puede hacerlo.
A partir de este milagro, se fueron sucediendo otros, los que nos llevó a la convicción que para «desafiar lo imposible» la única manera es confiar y sobre todo esperar en Dios.
Hace ya 25 años de esta tremenda prueba y siempre recordamos las palabras de mi amigo Dan, «Esperen con paciencia, porque Dios va hacer algo muy grande en sus vidas»
Esta situación y el hecho de haber experimentado el amor y el poder de Dios de una manera tan práctica, nos sirvió para que hoy podemos compartir estos mensajes de vida contigo para que puedas ver que nada en este mundo se puede lograr, sin la ayuda de Dios.
«Su especialidad es; que lo imposible, sea posible»