Vinimos a este mundo, con el propósito de ser felices y gozar con plenitud de cada momento, pero de un día para el otro nos surgen graves problemas, muchas veces irreparables. Es ahí donde comenzamos a sentir que la vida no tiene sentido y toda la alegría y proyectos, se transforman en desilusión, angustia y depresión.
Si dependemos de nosotros mismos, o de las personas que nos rodean, tal vez no encontremos el consuelo y menos una solución a tus problemas.
Si hablamos de problemas y situaciones adversas, tal vez podamos encontrar ánimo y fortaleza en las palabras de San Pablo, cuando dijo: “Cristo me da fuerzas para enfrentarme a toda clase de situaciones”.
Otra de sus frases muy motivadora, “Además, sabemos que, si amamos a Dios, él hace que todo lo que nos suceda sea para nuestro bien”.
Todo lo que nos sucede en la vida sea bueno o lo que consideremos malo, es para nuestro bien, o sea que Dios tiene un solo propósito: “fortalecer nuestra fe”.
Debemos crear músculos espirituales, para que los golpes de la vida, no nos deje tirado en el ring de la vida, ya que muchas veces un pequeño problema nos deja fuera de combate.
Nuestro espíritu, es sensible y frágil, debemos ejercitarlo de tal manera que podamos poner bajo nuestros pies los problemas que nos presenta el día a día.
Supón que debes sacar un árbol que te esta causando problemas con sus raíces, tomas un hacha y comienzas a talarlo, si tus manos no están preparadas en pocos minutos aparecerán ampollas, ya que la piel que las recubre es sensible a trabajos rudos. Pero si llamas a un leñador, verás que sus manos tienen callosidad, derribara tu árbol y el de todos tus vecinos y ni siquiera se pondrán rojizas.
A eso me refiero. Formar músculos espirituales para poder sobrellevar, el dolor de la perdida de un ser querido, de una quiebra económica, de perder todo en una inundación y tantos otros problemas, que se nos presentan a diario.
Como lo hacemos, es muy sencillo, primero pidiendo perdón a Jesús por nuestros pecados y luego abrirle la puerta de nuestro corazón para permitirle que sea parte de nuestra vida. Este es el único y seguro medicamento que puedo ofrecerte para que cuando vengan las tempestades puedas enfrentarlas con tranquilidad y paciencia, sabiendo que Dios esta en control absolutamente de todo, por lo tanto, la carga no será tan pesada y podrás sobrellevarla con paciencia y mucha paz, porque ahora, nuestro Creador, te está ayudando a llevarlas.
“No te desanimes ni desmayes, todo tiene solución, si Dios te dio la vida, Él sabe que podrás con ella, a pesar de todos los problemas y sinsabores que tengas que atravesar”.