Alégrate si eres pequeño, porque tu pequeñez sirve de contraste a otros en el universo… Porque tu pequeñez constituye la razón de tu grandeza…
Porque para ser ellos grandes, han necesitado que tú seas pequeño, como la montaña para culminar necesita alzarse entre colinas, lomas y cerros…
Alégrate si eres grande, porque lo invisible se manifestó en ti de manera más excelente,
porque eres una obra arte del artista eterno…
Alégrate si estás sano, porque en ti las fuerzas de la naturaleza han llegado al equilibrio y a la armonía…
Alégrate, si estás enfermo, porque luchan en tu organismo fuerzas contrarias que posiblemente buscan una belleza, resultado de ese divino alquimista que se llama dolor.
Alégrate si eres rico, por toda la fuerza que el destino ha puesto en tus manos para que la derrames...
Alégrate, si eres pobre, porque tus alas serán más ligeras, porque la vida te sujetará menos, porque el Padre realizará en ti más directamente que en el rico, el amable milagro cotidiano de ese “pan nuestro”…
Alégrate si amas, porque eres más semejante a Dios que otros…
Alégrate si eres amado, porque hay en esto una predestinación maravillosa…
Alégrate si eres pequeño... alégrate si eres grande... alégrate si tienes salud... alégrate si la has perdido…
Alégrate si eres rico... si eres pobre, alégrate... alégrate si te aman, si amas. . .
“Alégrate siempre, alégrate… todos los días de tu vida”