Durante mucho tiempo un famoso pintor se dedicó con mucho amor a la que consideraría la obra maestra de su carrera artística. Una vez terminada, fue presentada ante una gran asistencia de público, periodistas y críticos. Fue impactante ver como la obra era recibida por todos los presentes con un caluroso aplauso de reconocimiento.
En la pintura se puede observar a Jesús tocando suavemente la puerta de una casa. Lo que más resalta en este lienzo es la luz y por sobre todo la realidad del mismo Jesús, que parece convencido de recibir una respuesta del otro lado, sabiendo que la persona que busca estaba exactamente ahí.
Los críticos coincidían que la obra era totalmente perfecta, pero uno de ellos que observaba la pintura con mucha atención, noto algo raro. De inmediato llamo a su autor y le pregunto: -Señor, su obra es casi perfecta, sino fuera por un pequeño detalle, la puerta no tiene cerradura, ¿cómo es posible que haya olvidado tan importante detalle? El pintor con una sonrisa y mucho amor, le explicó a su crítico: -Las puertas a las que llama Jesús no tienen cerradura por fuera, solo por dentro, Él jamás va a abrir o forzar una puerta, solo el dueño puede hacerlo.
Jesús, te dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo”. Apocalipsis 3:20
Si deseas abrir la puerta de tú corazón a Jesús, haz esta oración: “Señor Jesús, entra en mi corazón y sálvame, confieso que Jesucristo es mí Señor, perdona mis pecados y límpiame de todo mal. Por Fe lo creo, por Fe te recibo. En el nombre de Jesús. Amén”