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Desoír los consejos

Las dos intervenciones de urgencia a las que se sometió el ex presidente Néstor Kirchner
en el año 2010 llamaron la atención sobre la importancia de cuidar su salud. «Fue un aviso y una oportunidad para cambiar su estilo de vida» remarcó el Dr. Víctor Caramutti, el cirujano que lo operó.

Dos intervenciones coronarias en siete meses son una señal de alerta para cualquiera, pero más aún si se trata de un político en actividad, con fuertes compromisos a nivel nacional e internacional y por si eso fuera poco, esposo de la actual presidente. Ésta era la situación de Néstor Kirchner, pero por alguna razón, no quedó conforme con las recomendaciones médicas y continuó con su trabajo y responsabilidades.

El Dr. Víctor Caramutti es el especialista cardiovascular que lo operó el 7 de febrero de 2010 en el Sanatorio de los Arcos, donde removió una placa de colesterol que se había ulcerado en la arteria carótida derecha del ex mandatario. Si bien el médico aclaró que ni antes ni después volvió a ver al ex presidente, sí remarcó que su historia clínica demostraba claramente la necesidad de «parar un poco la máquina»

Desconozco cómo era la salud de Kirchner. No sé qué pasó en la segunda operación «una angioplastia coronaria que se llevó a cabo el 11 de septiembre del mismo año, porque no le volví a ver», señaló el médico.

No obstante, sí, dio su opinión sobre lo que vio cuando le tocó operarlo. Explicó que cuando se viven episodios de enfermedades arteriales es necesario que el paciente cambie algunos hábitos de vida, como bajar el nivel de estrés, tomar la medicación indicada, cuidarse en las comidas, hacer ejercicio y someterse a chequeos periódicos para evitar una muerte prematura por infarto agudo de miocardio o accidente cerebro vascular (ACV). «Fue un aviso y una oportunidad para cambiar su estilo de vida» finalizó Caramutti, según publicó un diario porteño.

Después de leer esta nota, me pareció muy interesante escribir sobre el tema, ya que no es una situación que afecte solamente al caso del ex presidente, sino que nos puede afectar a cada uno de nosotros. Son muchísimas las veces que Dios nos envía diferentes señales de que en nuestro cuerpo algo no funciona bien, síntomas evidentes de que tenemos que ir a ver a un médico.
Pero por alguna razón muchos dicen: ¿Para qué ir? ¿Qué me puede decir el médico? Seguro que es algo pasajero, ya pasará, me auto-medico y ya está, no puede ser nada serio. Otros se lo toman a broma y dicen: De algo hay que morir…

Lo cierto es que existen muchas maneras de no darle importancia a los avisos que nos da el cuerpo, tanto como maneras de dejar esta vida por hacer oídos sordos, a lo que quizás en su momento era una simple molestia.

Un familiar empezó a notar una pequeña molestia, fue al médico y éste le ordenó unos estudios.
El día que tenía que hacérselos, cuando llegó a la puerta del instituto, dudó y no sé lo que pasaría en aquel momento por su mente, si tuvo miedo o qué, pero lo cierto es que
regresó a su casa, sin realizarse los mismos que podían haberle dicho lo que le ocurría. Un año después falleció de cáncer.

Creo que estarás familiarizado con este tipo de historias… ¡No acabo de entender! ¿Por qué somos tan necios? ¿Cuál es el problema? ¿A qué le tenemos miedo? En definitiva, ir al médico es como ir a ver a un amigo que te va a decir cuál es tu inconveniente y cómo solucionarlo.

En estos tiempos estamos viviendo a un ritmo vertiginoso y el estrés está causando estragos en la salud de muchísimas personas. La «muerte súbita», algo prácticamente desconocido hace unos años, hace que personas de todas edades, especialmente muy jóvenes, mueran de repente. Nadie puede entender qué es lo que está pasando y cuando ocurre ya es tarde para buscar soluciones, por eso es tan importante «atender al mínimo aviso que nos dé nuestro cuerpo»

Tarde o temprano nuestra manera de vivir y todos los excesos a los que exponemos nuestro organismo: cigarrillos, alcohol, hábitos alimenticios, drogas o cualquier otra cosa que consumamos, nos llamarán la atención, avisándonos de que algo dentro de nosotros no anda del todo bien. Démosle importancia a esos pequeños avisos, mientras sean pequeños, porque si no les hacemos caso nos pueden traer consecuencias de todo tipo. Un ACV puede limitar el movimiento de nuestros miembros y puede hasta afectarnos el habla de manera transitoria o definitiva.

Personalmente, además de tomar nota de cualquier aviso de mi cuerpo, recurro periódicamente al médico para hacerme chequeos y estar tranquilo.
No se trata de tener miedo, sino de ser responsable y tener precaución.

Te aconsejo que a partir de hoy tengas en cuenta los avisos que Dios te envía a través de tu propio cuerpo, Él desea que tengas salud y que disfrutes de la vida, en plenitud.

Recuerda:
«Los avisos no son un fastidio, son una oportunidad para cambiar tu estilo de vida»